Cuando un autor prácticamente desconocido, Gonzalo López-Gallego, se saca de la chistera una película como El Rey de la Montaña es lógico que nos sorprendamos y aplaudamos a rabiar la frescura que aporta con su visión de lo que debería contener un thriller.
El argumento podría considerarse simple, en una primera mirada, porque cuenta como un hombre que viaja en coche se encuentra de repente atrapado, entre unos parajes deshabitados, por culpa de unos cazadores que tratan de asesinarle a toda costa y sin motivo aparente. Seguramente es algo que ya hemos visto en otros filmes tales como Duel (Steven Spielberg), La Presa (Walter Hill), La Cosa (John Carpenter) y otro centenar de títulos más... con una salvedad, ahora nos ofrece escenas que rara vez tenemos la oportunidad de contemplar en la pantalla. Hay un claro intento de evolución -a dar un paso adelante- y no se estanca en el cine palomitero de las habituales grandes producciones.
La tensión se aferra en la mente del espectador gracias a los giros de guión y a una ejecución inteligente de los escasos medios con los que fue rodado, digna de tener en cuenta. No por casualidad la industria norteamericana ya ha comprado los derechos para realizar un remake aunque mucho me temo que no estará a la altura del original (como siempre ocurre).
Leonardo Sbaraglia (que no es que sea santo de mi devoción) crea un personaje humano y creíble, con sus miedos y emociones. Una actuación magistral que junto con el resto del reparto -6 actores más- hace que todo funcione con la exactitud de un reloj suizo.
Hay que felicitarse porque la producción española se anota un nuevo tanto y sigue en un estado de creatividad excelente. Con un crecimiento saludable y envidiable con respecto a otras economías.
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