El ruletista es un cuento extraño. De esos que te acompañan mentalmente un tiempo sin saber muy bien el motivo. Seguramente por lo curioso de su prosa. Hay una dualidad latente en ella. Mientras por un lado uno de sus personajes principales se nos aparece con una imposición propia del realismo barroco el otro, el citado el ruletista, podría pasar por uno de los personajes estrella de un clásico relato de Edgar Allan Poe. Y sus voces se funden como una sola.
La oscuridad más absoluta está regada de una amplia gama de negros. Así como suena. La buena suerte está maldita y la ruleta rusa brilla como un camino lleno de dolor con el don de salvar vidas. Dos amigos con rutas paralelas pero a su vez contrarias. Uno quiere morir siendo el abrigo final de una bala. Su amigo lo daría todo para que su consciencia existiese por siempre. Y su autor juega una inteligente baza para satisfacer tal filosófica cuestión, puesto que cada vez que tengamos el libro en nuestras manos ambos vivirán eternamente. Ambos morirán eternamente.
No conozco la obra original pero tengo la sensación de que su traductora, Marian Ochoa de Eribe ha ejecutado un fenomenal trabajo. Cada palabra parece escogida como única dentro de un universo de posibilidades y encajada milimétricamente en el puzzle de nuestro lenguaje.
Para aquellos a los que le gusta descubrir a artistas comparables a Cortázar o Borges, tienen en Mircea Cârtârescu un genial alumno a la altura de los grandes. Déjate caer en el infierno con él. No encontrarás una luz más intensa en otro lugar.
Título: El ruletista
Autor: Mircea Cârtârescu
Editorial: Impedimenta
rústica con camisa y solapa
64 páginas
12 cm x 18 cm
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