Nuestra colaboradora Cinderella comparte con nosotros su última lectura:
Tener un "morgenstern" entre las manos es perder, irremediablemente, el corazón en la historia. Es el efecto que tienen todas las fábulas contadas por William Goldman, también conocido como Simon Morgenstern (pseudónimo con el que firmó La Princesa Prometida) o Harry Longbaugh (para publicar No Way To Treat a Lady).
Me encanta referirme a sus novelas como "morgenstern" porque son tan únicas, tan características, que referirse a ellas de otra manera no tendría sentido para mí.
De pequeña me encantaba la película La Princesa Prometida. Era una historia que, a pesar de que no recaudó (en las taquillas) lo previsto, todos los que la hemos visto, caimos rendidos ante una historia maravillosa de esgrima, lucha, torturas, venenos, amor verdadero, odio, venganzas, gigantes, cazadores, hombres malos, hombres buenos, las damas más hermosas, serpientes, arañas, bestias de todas clases y aspectos, dolor, muerte, valientes, cobardes, forzudos, persecuciones, fugas, mentiras, verdades, pasión y milagros. Y la novela, todavía mejor. Mil veces elevado al infinito.
Por eso, cuando me enteré que Ático de los Libros iba a publicar su traducción de The Silent Gondoliers, no podía esperar a tener este libro también. Y como siempre, el toque característico de Goldman/Morgenstern impregna cada página de esta preciosa historia.
Los gondoleros de Venecia son figuras singulares, majestuosas y orgullosas, que surcan los canales de una ciudad plagada de encanto. Morgenstern rememora su infancia, hablándonos de unas navidades que pasó en Venecia y que escuchó el alegre cantar de los gondoleros. Años más tarde, ya en su edad adulta, recordó aquella mañana y sintió una gran pena de que los niños de hoy en día no pudieran disfrutar del canto de los gondoleros. Un misterio se cernía sobre su repentino enmudecimiento. Así que puso manos a la obra para descubrir el por qué los gondoleros habían dejado de cantar.
Morgenstern comenzó a investigar a estos curiosos personajes y se topó, primero con frialdad, luego con aceptación y acabó sacando la historia que nos relata a continuación: había una vez un muchacho (Luigi) que amaba como el que más, el oficio de gondolero. Siendo muy pequeño dormía muy poco y aprovechaba las horas nocturnas, mientras su padre (gondolero) descansaba, se escapaba en la góndola para disfrutar de la magia de la luna y de la noche que envolvía la ciudad. Tantas fueron las escapadas que aprendió por sí mismo el oficio de gondolero y cuando optó a entrar en la escuela para aprender (oficialmente) el oficio, no había profesor que pudiese enseñarle nada. Lo sabía ya todo. Aun así, completó su formación (como todos los demás). Su notorierdad y fama creció y la chica más guapa de toda Venecia (Laura) iba a casarse con él.
Pero toda su dicha acabaría con su primer viaje oficial llevando unos turistas. Es bien sabido que los gondoleros venecianos son los mejores cantantes del mundo. Tienen su propio concurso y compiten mucho entre ellos. Pues esta pareja de turistas le pidió a Luigi que cantara "O sole mio" y el chico, pues arrancó a cantar. Nadie jamás imaginó que sonido tan inhumano podía escapar de la garganta de un hombre. Pero sí, eso es justamente lo que pasó con Luigi. A partir de aquel mismo día, su mundo comenzó a derrumbarse. Todos los turistas esperan de un gondolero, que cante como los ángeles y como él no podía satisfacer sus peticiones sin recibir una lluvia de pescado y basura de los palacios colindantes cada vez que entonaba una canción, tuvo que dejar su oficio de gondolero para conformarse con el puesto de lavaplatos en la taberna de los gondoleros.
Allí trabajó duramente durante muchos años, sin quejarse ni un solo día, hasta que una noche decide coger todos sus ahorros y desaparecer sin dejar una nota tras él que explicase qué iba a hacer ... Y muchas cosas le ocurren a Luigi en su camino y un gran reto (al que ningún gondolero se atreve hacerle frente) se le presentará, poniendo a prueba su valentía y amor por su oficio.
... Hicieron lo que hicieron porque no tenían otra opción.
Lo hicieron porque tenían que hacerlo.
¿Por qué?
Porque cuando llega alguien especial , ese alguien hace mejores a todos los demás ...
[pág. 155]
Una fábula que no puede faltar en una colección de cuentos, novelas e historias inolvidables. Preciosa, mágica, entrañable. Te roba el corazón.
Ficha biblográfica:
Título: Los Gondoleros Silenciosos
Autor: William Goldman. Con ilustraciones de Paul Giovanopoulos.
Ático de los Libros. Barcelona, 2010. 155 págs. ISBN 9788493780999
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