A veces rectificar es de sabios. No siempre, pero sí muchas veces. Y es lo que me pasó con Una comedia canalla, la primera novela de Iván Repila. Su título no me atraía en absoluto pero como Libros del Silencio -el sello editorial encargado de la publicación- no tiene en su vocabulario la palabra "defraudar" me vi en la obligación de darle una oportunidad. (Merecida como demuestro a continuación).
¡Ya están aquí los mileuristas muertos! |
Primera toma de contacto; las primeras páginas me parecen una copia barata de un guión de Tarantino. Pero (¡ay, amigo!) al llegar a la página 15 ¡recibo un zurriagazo en plena cara!. Un sopapo que me hacer ver que en toda esta historia hay algo diferente y no tardo en reconocerme a mí mismo que este relato me está molando... mucho. El condenado libro me tiene enganchado y no me cabe en la cabeza irme a dormir sin leer más... más... más... sobre la vida de esos pobres diablos.
Y es que virtudes tiene por un tubo: ritmo, frescura, unos diálogos tronchantes, humor absurdo, referencias populares, referencias culturales, un vocabulario excelso y unos personajes brillantes. Es de todo menos aburrido. Quizá lo menos bueno es el dichoso título, las primeras 14 páginas y el epílogo (ya que es como beberse el culín de una botella de cava de un día para otro y después de una fiesta salvaje en casa de Ronaldinho. Sabe a poco). También encuentro que hay demasiados personajes relevantes y eso despista un poco, pero igual es cosa mía puesto que yo me pierdo hasta en un cuarto trastero.
Sin entrar en anodinas sinopsis, intentar definirlo de manera comprensible es una verdadera obra de ingeniería puesto que hay ideas por doquier. Por un lado, parece un episodio de Los Soprano dirigido por el guionista de Dexter; por otro, se asemeja un cómic dibujado a dos manos entre Simon Bisley-Keith Giffen y basado en una idea descabellada de Rob Zombie; también posee elementos que los podríamos encontrar en cualquier álbum de Cannibal Corpse o en la entera discografía del Inner Circle; sin olvidar que la última parte es el vivo cuadro de El Gernika y la película Evasión o Victoria hecho uno. Un cocktel molotov, removido y agitado hasta que se nos ponga el brazo como el cuello de M.A. ¡que coño!
Amor a los taxistas es poco |
Desde luego, hay que tener unos huevos como dos magdalenas para presentar esta obra a una editorial sin que automáticamente llamen a la policia. Chapeau por el autor y su campaña de marketting. Y que decir de los actores principales. Menudos tipejos. Primero tenemos a unos pardillos que ejercen de protagonistas y, sin pretensión de ofender a nadie, parecen sacados de este vídeo:
Así está la cosa de chunga... Pero no se vayan todavía, ¡aún hay más!: un niño hijo puta que deja a Charles Manson a la altura del betún, unos matones a los que le va dar cera/pulir cera, un asesino en serie que no está para hostias, un gordo con un perro que no sabemos bien bien que cojones pinta... un largo etcétera de personajes inclasificables que convierten cada capítulo en una bomba de relojería.
Pues eso, un libro que no me ha costado devorar y con el que me lo he pasado pipa. Ideal para fans de las locuras burras sin sentido, el cachondeo, la violencia gratuita, la Paystation y el Chocapic. (Seguidoras de la saga Crepúsculo abstenerse) Yo me alegro de haberlo descubierto. Son sólo 18 eurillos (que ni es dinero ni es ná). ¿Se puede pedir más por menos, eh?
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