Reconozco que es extremadamente fácil liarme para acudir a un concierto. Y me estoy pensando, seriamente, la posibilidad de acercarme el próximo mes de diciembre a la sala Razzmatazz para ver a los Gogol Bordello. Un grupo con un estilo, llamemoslo, indefinible.
De momento, mi colega de oficina París ya me promete fiesta y diversión continua. No sé yo si compartimos gustos musicales hasta ese punto. Por regla general, los experimentos me suelen salir mal. Quizá es la ocasión perfecta para luchar contra esa ecuación maldita y pagar la entrada.
Voy a rascarme la cabeza un rato y a escucharme algunos temas suyos. Decidiré entonces...
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