En el día a día, se acumulan tensiones que provienen de soportar a un jefe o clientes quisquillosos (o de la presión de estar sin trabajo), de permanecer demasiado tiempo en un atasco en la carretera, del propio cansancio por dormir poco… si a todo eso que nos atrapa desde fuera además le sumamos el ajetreo que nos encontramos en casa si convivimos con otras personas (desorden, discusiones, la tele a todo trapo, platos sucios, la lavadora por poner, la ropa por planchar, etc.) podemos estallar de un momento a otro.
Esta explosión de enfado hay que saber canalizarla correctamente. No debes hacer o decir jamás algo con la intención de herir a nadie. Por eso, te dejo unos trucos muy fáciles de poner en práctica que te evitarán un sinfín de problemas:
1. Tienes que ser consciente de tu enfado. Por tanto, toma la determinación de no reaccionar.
2. Busca un rato de soledad hasta que observes que tu serenidad vence al malestar.
3. Si entras en discusión con alguien, usa frases descriptivas para narrar los hechos adecuadamente. No cargues a la otra parte con acusaciones ni reproches.
4. Refúgiate en el buen humor para desdramatizar la situación. Eso sí, no utilices la ironía o el cinismo ya que es otra forma de manifestar hostilidad.
5. Si la has liado gorda. Sé humilde y pide perdón. Demuestra que lamentas tu comportamiento.
Con estos sencillos pasos, no convertirás un granito de arena en una montaña y conseguirás una mejor calidad de vida.
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